Una ciudad que cuide su pequeño comercio

El otro día presentábamos el programa económico de Adelante Sevilla en la sede del Colegio Profesional de Economistas y hablábamos de una clara apuesta por el cambio de modelo productivo y por la redistribución de la riqueza.

Pero… ¿qué quiere decir eso de «cambio de modelo productivo»? Cuatro palabras que últimamente se repiten hasta la saciedad y por representantes de un amplio espectro ideológico pero que pocas veces se concreta. Hoy, en una visita junto a Alberto Garzón a Sevilla, hemos dado cuenta de lo que supone para nosotras esas cuatro palabras, aterrizando en el pequeño comercio de barrio.

No nos podemos olvidar que el comercio minorista dinamiza la vida de los barrios, distribuye la riqueza (evitando que toda caiga en unas pocas manos), potencia la economía de la zona con productos locales creando capital social y actualmente está viéndose seriamente amenazado por la burbuja del turismo y la de los centros comerciales

Hoy se inaugura la cumbre mundial del turismo WTTC en Sevilla; una ciudad que, poco a poco, se está convirtiendo en un parque de atracciones pensado únicamente para el extranjero que viene a visitarnos, donde se expulsa del centro histórico a los vecinos y vecinas con la proliferación de los pisos turísticos y también a los comercios de barrio con la aparición de nuevos negocios de hostelería, franquicias o multinacionales. Todos y todas somos conscientes de este proceso, pero se siguen sin poner en marcha medidas que alivien la presión turística en Sevilla y que eviten el colapso que ya están viviendo otras ciudades de nuestro entorno.

Si el modelo devorador actual de turismo ya está copando el Casco Antiguo, con nefastas consecuencias para sus vecinos, la próxima zona a explotar es el barrio de Triana y lamentablemente Espadas se ha prestado a ello declarando como Zona de Gran Afluencia Turística (ZGAT) parte del arrabal. Por eso, es fundamental utilizar criterios de interés general y sociales para la solicitud de la declaración como ZGAT, en lugar de criterios basados en el interés comercial de los grandes formatos comerciales (hay que recordar que el PSOE quiso llevar esta nueva zona hasta el nuevo centro comercial de la Torre Pelli).

Y es esa, por otro lado, otra de las amenazas al comercio minorista: las grandes superficies comerciales. En este mandato hemos visto cómo desde el gobierno municipal se han promovido dos nuevos centros comerciales (modificando el uso del suelo en el PGOU en uno de los casos y «trasvasando edificabilidad» en otro para contentar a los promotores) mientras se inauguraba un tercero: Sevilla Park, Palmas Altas y Torre Sevilla. Algo inaudito si tenemos en cuenta que, según la propia auditoria encargada por el Ayuntamiento, una de nuestras debilidades es el superávit de superficies comerciales.

La gentrificación, el fin de la renta antigua, la burbuja turística y la falta de garantías para el inquilino (el comerciante) en la actual Ley de Arrendamientos Urbanos está provocando una subida de los alquileres de los locales comerciales desproporcionada. Esta situación provoca el cierre de pequeños comercios con la aparición de franquicias o multinacionales que pueden permitirse unos alquileres mayores. La desregulación de este mercado, que queda en manos del “mejor postor”, afecta directamente al comercio minorista de la ciudad. En este sentido, admitiendo la escasa capacidad que tiene el Ayuntamiento para regular esta cuestión, proponemos que se elabore un estudio diagnóstico de la situación de estos alquileres así como instar el Gobierno de la Nación a una revisión de la mencionada Ley.

Proponemos también, como ya está trabajando la ciudad de Málaga, modificar las ordenanzas necesarias para controlar la concesión de licencias en los locales que se queden vacíos para evitar la saturación en el Centro Histórico. La idea sería proteger al pequeño comercio y tradicional, buscando una mayor mezcla en la oferta del Centro, con idea de que la hostelería y las franquicias de multinacionales no ocupen la mayoría de los locales de cada manzana del casco antiguo. Eso supondría establecer un sistema para el control de la concesión de licencias en aquellas zonas saturadas, para fomentar así la llegada de otros negocios que complemente el centro y reduzcan los problemas asociados a la hostelería (como mayor nivel de ruido y ocupación de la vía pública) y a las multinacionales (pérdida de empleo y de identidad).

Parece también obvio que urge adaptarse a las Nuevas Tecnologías, de ahí la importancia de la digitalización del comercio de proximidad. Nos comprometemos a impulsar el asociacionismo en este sector para la creación de plataformas de ventas online y a modificar el reglamento del Consejo de Comercio de Sevilla para que sea más ágil y más participativo, dando mayor peso a las asociaciones de comerciantes y agentes sociales de la ciudad.

Otra propuesta recogida en el programa de Adelante Sevilla es la creación de un “sello de calidad”, éste serviría para reconocer y destacar a los comercios que tienen implantadas unas medidas dirigidas a ofrecer y facilitar a sus clientes un servicio y atención que les diferencien de otros establecimientos y que el cliente que entre en el establecimiento que cuente con este sello, sepa que puede esperar un servicio y atención al cliente diferenciado.

Para afianzar el comercio de barrio, también proponemos fomentar la transmisión de negocios a través del relevo generacional evitando su cierre y proporcionando nuevos empleos, algo tan sencillo como crear un espacio web donde se puedan poner en común las ofertas y las demandas.

Y ya para terminar, a todas estas propuestas hay que sumar dos cosas básicas si queremos una ciudad que cuide su pequeño comercio: la limpieza y la seguridad. Necesitamos barrios limpios y seguros (más allá del Centro Histórico) para afianzar y defender el comercio minorista, queremos poner en marcha la Mesa por la Limpieza para analizar la situación actual en los barrios y plantear soluciones de forma participativa junto a representantes de la plantilla de LIPASAM, vecindario y comerciantes y también reestructurar la planificación y horarios de los circuitos de limpieza. Es necesario que la conocida como “policía de barrio” pase a ser una realidad y dejemos de marear a las asociaciones vecinales con supuestas pruebas pilotos, hace falta una atención de proximidad que garantice la convivencia social.

En definitiva, hace falta un gobierno valiente que supere las promesas de crecimiento a toda costa, que haga frente a las multinacionales y franquicias, que se empeñe en combatir el monocultivo turístico en nuestra ciudad y que atienda las demandas de todas esas familias a las que no les es fácil levantar la persiana de su negocio todas las mañanas.

No podemos seguir haciendo las políticas de siempre, no podemos seguir modificando el PGOU bajo el canto de sirenas de los grandes inversores o seguir lamentándonos de que Sevilla pierde su comercio tradicional a costa de heladerías y hamburgueserías sin llevar a cabo políticas transformadoras que, desde lo local, hagan frente a un sistema para el que todo es negocio.

Municipales 2019: no es tiempo de dar codazos

En multitud de ocasiones hemos teorizado sobre el proceso de unidad popular y sobre su concreción en la conformación de una candidatura unitaria a la izquierda del PSOE, como paso importante pero no esencial para lograr esa deseada y necesaria unidad.

Si nos referimos a nuestra ciudad, hay que empezar recordando que las cosas no salieron bien en las pasadas elecciones municipales. Más allá de movimientos tacticistas de las fuerzas políticas en aquel momento, lo que falló en la receta fue la inmadurez del debate y la fragilidad de los consensos generados.

Cuestionamientos infértiles sobre lo que queríamos ser de mayores llevaron a aquel proceso de (cierta) unidad al traste. Y es que perdimos mucho tiempo y nos debilitamos innecesariamente enrocándonos en debates secundarios y eternos: que si éramos una fuerza de izquierda o nos dejábamos caer en el pozo del municipalismo sin ideología; que si asumíamos con normalidad la presencia de organizaciones políticas y la fórmula de una coalición o nos sumábamos a la moda de los partidos instrumentales y las agrupaciones de electores…

También habría que tener en cuenta quizá la tardanza a la hora de iniciar aquel proceso y el hándicap que suponía intentar construir una candidatura unitaria a la sombra de las dos grandes capitales del país y sus marcados hiperliderazgos.

Hoy toca preguntarse si lo de 2015 fue un fracaso o no. De naturaleza optimista como soy, estoy convencido de que aquello fue más bien parte del proceso. Una parte de un todo que no tiene un final concreto y que se va construyendo poco a poco.

Dando por hecho que lo que se está fraguando actualmente en Sevilla  es un proceso de convergencia electoral (que no es poco) y que lo de la unidad popular va para largo y a fuego lento (como los buenos potajes), hoy podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que estamos en mejores condiciones que en mayo de 2015 para avanzar por la senda de la confluencia política.

Las organizaciones que por ahora estamos implicadas (esperamos que se sumen muchas más) en este proceso llevamos tiempo convergiendo de manera natural y sin imposturas, trabajando cómodamente y con sinceridad y coordinándonos a la hora de hacer propuestas políticas concretas, ya sea en las instituciones o en la calle. Coincidimos en las movilizaciones, en los barrios, parando desahucios…

Lo que tanto habíamos postulado en nuestros documentos que había que hacer se está cumpliendo con la práctica diaria, dejándose atrás desconfianzas y prejuicios pasados. Un proceso que se ha asumido con naturalidad, interiorizándose entre militantes, simpatizantes y personas ajenas. Lo importante no eran las siglas o que hubiera una pared separando dos grupos municipales, sino lo que éstos defendían y que ahí no había (grandes) diferencias.

Lo que hace cuatro años nos hizo perder tanto tiempo, parece que en estos momentos está superado. La otrora rancia sopa de siglas, ahora parece plato de buen gusto. Las estrellas, hoces y martillos no son tan malas compañeras de viaje. La presencia de partidos (de nuevo cuño o con decenios de historia) se acepta con normalidad y se asume (casi) sin complejos que somos de izquierda.

El reto que tenemos por delante no es pequeño. Vamos tarde pero también con buen paso y con un largo camino recorrido.

Pero para que esta vez salgan las cosas bien habría que despejar, en primer lugar, cualquier duda sobre los debates superados a los que hemos hecho referencia anteriormente. Se trata de no volver a tropezar con la misma piedra. Una cosa es dar la espalda a lo colectivo y a la construcción desde abajo, porque aunque haya lógicos y necesarios acuerdos por arriba es por abajo dónde se tiene que cimentar el proyecto, y otra cosa muy distinta es volver a la bisoñez práctica y política.

Si Zoido demostró cómo se puede desperdiciar una mayoría absoluta para resolver los problemas de la ciudad, Espadas ha evidenciado en este mandato que tampoco el PSOE está dispuesto a cambiar las prioridades del gobierno municipal para poner en el centro de la agenda política el combate a las desigualdades. Por tanto, a dónde queremos llegar ya está claro y hay amplísimos consensos al respecto. Señalar diferencias en este sentido y hacer de ellas un problema no es más que mala baba.

¿Qué queda? Dejar de dar codazos y centrarse. No es tiempo de protagonismos, es el momento de fomentar lo colectivo. No es tiempo de agendas personales, es el momento del ‘programa, programa, programa’. No es tiempo de señalar las diferencias, es el momento de potenciar lo que nos une. No es tiempo de buscar la foto a cualquier precio, es el momento de diluir los apellidos mientras nos arremangamos para la faena. No es tiempo de aparatos, es el momento de poner en valor el trabajo de cada organización en su conjunto. No es tiempo de agarrarse a aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor, es el momento de ser audaces y arriesgar. No es tiempo de verdades absolutas, es el momento de no tener miedo a remover nuestros cimientos. Tampoco es tiempo de reivindicar siglas, ni de contubernios internos, ni de cálculos postelectorales.

La falta de respuesta a los problemas materiales de la clase trabajadora, la necesidad de que no vuelva a haber un gobierno que dé la espalda a los barrios, la urgencia de poner la economía y la riqueza de la ciudad al servicio de los desposeídos y enfrentarse, llegado el caso, a los poderosos… nos obligan a dejar atrás los debates estériles y a superar los ‘yo’ en favor de los ‘nosotras’.

Lo dicho: sabemos quiénes son los enemigos y conocemos las piedras en las que hemos tropezado. Soltemos el lastre de lo accesorio y pongamos toda la maquinaria en marcha para llegar cuanto antes a la meta. Sin prisa, pero sin pausa… y sin codazos.