Un Don Pelayo en la bancada del PP

Hoy el Partido Popular trae una moción al Pleno en defensa de la unidad de España y para recuperar el espíritu de concordia y reconciliación. Esta moción es la demostración palmaria de que el PP se ha echado definitivamente al monte, en esa competencia feroz que mantiene con Ciudadanos y ahora con Vox para ver qué partido es más de extrema derecha… Y Beltrán Pérez no ha querido ser menos y se ha propuesto ir más allá que Pablo Casado a la hora de reivindicar un nacional-catolicismo español de lo más rancio y reaccionario.

El texto  destila un insoportable patriotismo de hojalata por todos lados y un revisionismo histórico de la peor estofa al hablar de España como «nación milenaria»… pero será por aquello que decía el registrador de la propiedad Rajoy de que son «muy españoles y mucho españoles».

No creemos que la Transición haya sido ese proceso ejemplar, idílico y modélico que nos pinta el PP. Pensamos que fue un periodo de la historia de nuestro país que tuvo sus luces y sus sombras, un periodo que se desarrolló con pistolas encima de la mesa y un permanente ruido de sables, un periodo que significó el olvido y que conllevó la impunidad para las víctimas del franquismo: mientras hay familias a las que se les pone trabas para sacar a sus muertos de las cunetas o para investigar el caso de los bebés robados, los torturadores franquistas pasean tranquilamente por la calle y son agasajados en celebraciones y banquetes. Por tanto, no es algo que se pueda reivindicar a secas y en abstracto, más bien lo que habría que hacer es una lectura crítica y autocrítica de aquel proceso.

Tampoco estamos de acuerdo con la Monarquía. Todo el mundo sabe que Izquierda Unida apuesta por la República Federal como proyecto colectivo plenamente democrático y solidario de todos los pueblos y naciones que conforman España. Pensamos que esa es la mejor forma de desarrollar un nuevo país que ofrezca soluciones ante los retos territoriales, económicos y sociales que afrontamos para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora y los sectores populares. Tampoco creemos que esa institución anacrónica, antidemocrática y corrupta, como es la monarquía, defienda de manera ejemplar los derechos de los españoles, como se dice en la moción.

Y, obviamente, entendemos que el conflicto político que hay en Cataluña no se arregla metiendo en la cárcel a los políticos independentistas, ni impidiendo a porrazos y con violencia que la gente pueda decidir su futuro votando. No creemos que el autoritarismo y la represión que predica la derecha de este país sean la solución. Ni tampoco echar más gasolina al fuego. Y eso es lo que conlleva la aplicación del 155, lo pinten como lo pinten.

Por último, decirle a los concejales del PP que sigan por ese camino. Sigan dedicándose a colgar banderas de España en los balcones y a traer a las instituciones propuestas de este nivelito… que otras fuerzas políticas, mientras tanto, continuaremos trabajando para intentar sacar adelante medidas positivas para el conjunto del país, medidas que beneficien a la clase trabajadora y a las capas populares, como la subida del SMI y de las pensiones, el incremento de los permisos de paternidad y de maternidad, el aumento de los recursos para atención a la dependencia o la eliminación de privilegios fiscales a los más ricos.

Por un tren público, social y sostenible

Aquel primer AVE que llegaba a la estación de Santa Justa con motivo de la Expo 92, que traía la modernidad a la ciudad de Sevilla en los albores del siglo XXI, sería el inicio de un cambio de modelo de ferrocarril muy gustoso para las grandes constructoras. Unos pocos disfrutaron como un cochino en un charco del despilfarro desmedido de la obra pública en nuestro país. No contentos con quedarnos entre el cabo de Trafalgar y los Pirineos, hemos exportado nuestro buen hacer en la alta velocidad, con la mediación del monarca, a dictaduras mimadas como la de Arabia Saudí… y nos sentimos bien anchos y orgullosos. «Marca España» lo llaman ahora.

El proceso de desmantelamiento del ferrocarril convencional en este país, pasando a priorizar la inversión en la alta velocidad, comenzó hace más de 20 años. Se pasaba de un modelo de ferrocarril que cohesionaba el territorio, uniendo a ciudades grandes con pequeñas, con comarcas y con el mundo rural; a un modelo caro, minoritario y muy deficitario que une las grandes ciudades con Madrid.

Nos hemos situado en la cima de las potencias mundiales de la alta velocidad, aunque dicen que los japoneses están por delante… nadie nos quitará el orgullo de ser el país donde más AVE hay y donde menos se utiliza. Los datos claman al cielo, el 70% de las inversiones en infraestructura ferroviaria se ha destinado al AVE, que es utilizado sólo por el 4% de los usuarios, mientras que únicamente el 30% de la inversión va a las líneas de cercanías y media distancia, que usan el 96% de quienes viajan en tren.

La rentabilidad de la alta velocidad, desde un punto de vista social, es raquítica. Pero la verdad es que da mucho juego tanto para montar buenas inauguraciones y fotos, como para traspasar dinero público a los bolsillos de una élite del sector de la construcción. Por poner un ejemplo, la estación de Requena-Utiel (a 70 kilómetros de Valencia) abrió en 2010, su coste fue de 12,4 millones de euros y tiene una media de 28 viajeros al día. En la foto de la izquierda no sale todo el mundo, pero el día de la inauguración había más gente para cortar la cinta que pasajeros pasan por allí cada día.

Frente a estos despropósitos, hay mucha y buena gente que lleva años organizándose. A finales del año pasado, se celebró la «Semana de Lucha por el Ferrocarril» organizada por la Coordinadora Estatal en Defensa del Ferrocarril Público, Social y Sostenible, de la que forma parte Izquierda Unida. Esta Coordinadora insiste en que el transporte público es un servicio imprescindible que deben prestar las administraciones públicas y el tren es el medio de transporte más eficiente y respetuoso con el medio ambiente, así como el que mejor vertebra el territorio.

Junto a la coordinadora «Movimiento Tren Ruta de la Plata», defendimos en el Pleno del Ayuntamiento el pasado mes de septiembre el restablecimiento del itinerario ferroviario Sevilla-Gijón. Este movimiento ciudadano se opone al desmantelamiento de las vías de esta línea, ya iniciado por Adif en algunas provincias del país. Ya cuentan con el apoyo de muchos ayuntamientos, así como las Cámaras de Comercio de las siete provincias implicadas… pero el gobierno central sigue levantando las vías.

La apuesta por este tren público optimizaría las relaciones comerciales entre los puertos de Huelva, Algeciras, Sevilla, Gijón, Vigo… y los desplazamientos de viajeros, en general, y de trabajadores y estudiantes, en particular. Atendiendo a las necesidades de la población rural y sirviendo como eje vertebrador de nuestro territorio.

mapa-cercaniasUnos meses más atrás, tras el anuncio de Juan Espadas de que se iba a retomar el proyecto del tranvía «porque los ciudadanos a la hora de votar en 2019 tienen que ver algo», presentamos otra moción al Pleno para poner en valor la red de Cercanías de Sevilla.

Se trataban de diversas propuestas que no eran tan “visibles” para el ciudadano de a pie como una obra nueva, ni  tan “vendibles” en términos mediáticos (al no haber cintas de inauguración que cortar), pero que podrían ser muy beneficiosas para la movilidad y el interés general de la ciudad. La red de Cercanías es una gran desconocida para la mayoría de la población sevillana, además de estar infrautilizada.

Aunque tenemos una red de Cercanías incompleta, a la infraestructura que ya existe se le podría sacar mucho jugo (sin adjudicaciones multimillonarias ni inauguraciones), simplemente cambiando horarios y coordinando trenes. Pongamos como ejemplo un vecino de Sevilla Este que entra en su centro de estudio o de trabajo, situado en la Cartuja, a las 9 de la mañana… con los actuales horarios, tendría que coger el tren a las 7:34 de la mañana (¡hora y media antes!). Evidentemente, ante este panorama, a uno no le queda otra que recurrir al vehículo privado.

Se trataba, por tanto, de poner en marcha alternativas de movilidad sostenibles, menos costosas y que pasan por aprovechar mejor y potenciar lo que ya existe.

Sevilla – Plasencia

En esa misma línea de aprovechar mejor y potenciar lo que ya existe, el «Movimiento Tren Ruta de la Plata» plantea la recuperación de la conexión entre Plasencia y Sevilla, dos ciudades que llevan 20 años incomunicadas entre sí, aunque existen el trazado, las vías y los trenes.

Este lunes han convocado concentraciones en las estaciones de ambas ciudades, y también están recogiendo firmas por Internet. Piden recuperar y potenciar esta conexión «porque, además de posible, es necesaria». Actualmente hay un tren Sevilla-Cáceres y otro Cáceres-Plasencia, pero para ir de Sevilla a Plasencia, tienes que pasar noche en Cáceres y coger el segundo tren al día siguiente. Como dicen en la petición, que dirigen al Ministerio de Fomento y la Junta de Andalucía y Extremadura, «es obvio que solo la falta de interés del poder político, que no gobierna para los ciudadanos,  explica tal despropósito, porque el tren podría seguir perfectamente hasta Plasencia, y también partir desde aquí».

El lunes estaremos en la concentración convocada en la estación de Santa Justa a las 11h, nos hacemos eco de la petición del «Movimiento Tren Ruta de la Plata» para solicitar que se amplíen los servicios ferroviarios diarios actuales desde Cáceres a Sevilla, para que salgan y retornen desde Plasencia.

El 26J y la lucha de clases

En los tiempos que corren, «la sonrisa de un país» es el mejor lema que se ha podido elegir para estas elecciones generales. Frente a los que vienen pregonando que no hay alternativa posible al sistema actual y que estamos condenados a seguir viviendo como hasta ahora, nosotros respondemos con una sonrisa. Una sonrisa porque sabemos que sí hay alternativa, que lo que defendemos no es un sueño sino un camino que hemos empezado a recorrer.

Ha llegado el momento de priorizar y hacer memoria sobre las prioridades de los que nos han gobernado hasta el momento. Poner en una balanza los intereses de la clase trabajadora y de tantas familias que lo están pasando mal frente a los intereses de unos pocos o de uno mismo.

Y cuando hablo de «uno mismo», hablo de las organizaciones políticas en la que militamos. Han corrido ríos de tinta hablando de la desaparición de Izquierda Unida, de la absorción, de la pérdida de identidad… cuestiones que, además de ser falsas (basta con mirar cualquiera de los mítines de campaña), no tienen ningún peso comparado con los intereses de los y las trabajadoras que están pagando esta crisis-estafa que no han provocado.

El no anteponer los intereses de nuestra organización frente a cuestiones de emergencia social, el entender a IU como una herramienta para cambiar el país y no como un fin en si misma, nos ha llevado a la conclusión de que unidos podemos.

Y esa es la clave, cuando hablamos de «unidos» no nos referimos a IU, Podemos o Equo únicamente… es la gente, la clase trabajadora, la que debe unirse para verdaderamente poder y, como tantas veces hemos teorizado, que la candidatura unitaria con la que nos presentamos este 26J pueda ser la mecha de esa aspirada unidad popular. Si de verdad queremos construir un nuevo país, la izquierda tendrá que llegar al gobierno… y el pueblo, unido, al poder.

Se nos llama antiguos por hablar de «lucha de clases» o de «plusvalía» pero la realidad es que, como dijera el inversor y empresario estadounidense Warren Buffet, la lucha de clases sigue existiendo y la van ganando ellos. Existe, sí… pero hay que explicar en qué consiste.

Diálogo-entre-banquero-y-clienteQue se salve con miles de millones de dinero público a los bancos mientras estos bancos desahucian a familias por unos pocos miles de euros y jubilan a sus directivos con pensiones millonarias, es lucha de clases. Que se expulse del sistema sanitario a inmigrantes y se llenen de concertinas nuestras fronteras mientras se concede el permiso de residencia al que compre una vivienda de más de medio millón de euros o a quien invierta dos millones de euros en deuda pública, es lucha de clases. Que se suban impuestos no progresivos como el IVA y se machaque al pequeño comercio mientras se ponen en marcha amnistías fiscales para las grandes fortunas que no pagan sus impuestos, es lucha de clases.

La derecha negará que existe tal «lucha de clases», igual que negará que tienen ideología y que la aplican al gobernar. Pero, por poner algunos ejemplos, eliminar ‘Educación para la Ciudadanía’ haciendo de la religión una asignatura evaluable es ideología. El impuesto al sol que perjudica a las familias con instalaciones fotovoltáicas para que las eléctricas sigan teniendo el monopolio es ideología, eliminar la reproducción asistida para lesbianas o mujeres solteras es ideología… Incluso hablar de ‘gasto’ cuando se refieren a servicios públicos y de ‘inversión’ cuando se refiere a inyecciones a la banca es ideología. El lenguaje que usan está cargado de ideología y de lucha de clases, que no nos engañen.

1457370269_506734_1457370334_noticia_normalY frente a todo eso -sólo hemos mencionado algunos ejemplos de políticas llevadas a cabo en este país- el 26J tenemos la oportunidad de construir un nuevo país. Un nuevo país donde, en la balanza de las prioridades que hemos mencionado antes, se prime los intereses de la mayoría frente a los de una minoría. Un nuevo país donde no sea normal lo que estamos dando ahora por normal: cobrar 600 euros, trabajar 10 horas diarias, estar en el paro 4 años, tener que huir de nuestro país para buscarse un futuro… Un nuevo país con un proceso constituyente donde se garanticen los derechos básicos y la plena igualdad, esta vez también tiene que haber madres de la Constitución y no sólo padres como en el 78.

Las encuestas, que siempre hemos dicho que sirven para crear opinión, dicen que Unidos Podemos será segunda fuerza a nivel estatal… pero eso no es suficiente. Si queremos construir ese nuevo país del que hablamos, hace falta vencer también al PP: el verdadero sorpasso no es al PSOE sino al Partido Popular. Estas encuestas han hecho saltar las alarmas del sistema, las alarmas de esa minoría que se ha beneficiado del rescate a los bancos, de la concesión de la nacionalidad previo pago o de las amnistías fiscales.

El 26J sólo hay dos opciones. La papeleta de Unidos Podemos o la papeleta para que todo siga igual con meros retoques de maquillaje, con un PP desesperado buscando la Gran Coalición, con un PSOE perdido y acercándose a la derecha y con un pegamento naranja que quiere unir, a toda cosa, a las dos patas del bipartidismo.

Los tres partidos (PP, PSOE y Cs) usan el mismo argumento: «vamos a romper España». Y no se dan cuenta, o no quieren reconocer, que los que han roto España son ellos. Que un joven se tenga que ir al extranjero a buscar trabajo es síntoma de que España está rota, que una familia tenga que sobrevivir con la pensión de los abuelos es también síntoma de que España está rota.

el roto miedo popularHan sacado a pasear el discurso del miedo: Venezuela, Grecia… hasta Otegui. Y frente a ese miedo: una sonrisa, pedagogía y memoria de lo que han hecho en los últimos años. Cuanto más bajen la campaña al lodazal, más sentido tiene nuestro mensaje y por mejor camino vamos. Y es que el miedo lo tienen ellos, miedo a perder los privilegios de los que han estado disfrutando hasta el momento.

Y ese miedo no lo pueden combatir sólo IU, Podemos, Equo y el resto de fuerzas políticas integradas en la candidatura de Unidos Podemos… combatir ese miedo está en las manos de cada uno. El futuro de ese nuevo país que queremos está en las manos de cada uno de vosotros: en las manos que introducen el voto correcto en la urna, en la voz para pedir el voto a Unidos Podemos o en las explicaciones necesarias para que nadie piense por nosotros.

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