Juan Espadas, el broncas

Cuentan los que han pasado por la planta noble del Ayuntamiento que el alcalde tiene una técnica algo peculiar a la hora de enfrentarse a una reunión complicada o a un conflicto. Dicha estrategia, más antigua que el hilo negro, se podría resumir en no dejar hablar al de enfrente y echarle la bronca.

Han sido varios los colectivos que, después de tener una reunión con el principal munícipe, han acabado con cara de sorpresa y mal cuerpo. «Pues no que me ha echado la bronca, como si él no tuviera culpa de nada».

Esta actitud no sólo es de Juan Espadas. Sonado fue el rapapolvo que, en el Pleno y en riguroso directo retransmitido por las redes, dio la delegada del Distrito Macarena a una comunidad de vecinos ante sus quejas y preguntas en el turno ciudadano. Imagínese: hace todo el trámite burocrático para poder intervenir en el Pleno, se come varias horas de tediosa sesión en aquellas incómodas sillas hasta que te llega el turno participativo… y te echan la bronca. Pues claro, sales de Plaza Nueva con muy mal cuerpo y más enfadado que cuando llegaste.

Son varias las veces que, ante protestas de trabajadores y trabajadoras en el Pleno, el o la concejala socialista de turno (por muy sindicalista que diga que haya sido) salta con algún comentario bastante impropio de quien también se hace llamar socialista y obrero. «Llamen, llamen al servicio y comprueben si ese que se ha levantado con la pancarta debería estar en su puesto de trabajo o no». Lo dicho, otra bronca.

Ante la huelga convocada por los Servicios Sociales y el Servicio de la Mujer, dada la precaria situación de la atención a las familias más vulnerables de la ciudad (no vamos a repetir de nuevo las cifras de pobreza), el alcalde salió al paso tachando la movilización de desproporcionada. Se sentó con los sindicatos… y otra bronca.

Mañana lunes hay convocada una nueva huelga en el Ayuntamiento para el conjunto de los servicios. Pues esta vez, Espadas ha salido básicamente diciendo que los trabajadores son unos privilegiados: que ya tienen las 35 horas semanales y que ya se les ha subido el sueldo. Ambas cuestiones amparadas por Ley y, por tanto, ni por asomo un regalo del bueno de Juan.

Y todo como si la huelga fuera por ganar más dinero… y no por tener un servicio público digno y en condiciones o porque no se han cumplido las cosas que se firmaron. De nuevo, el alcalde se prepara para la bronca y, como si él no hubiera firmado hace dos años un acuerdo con plazos concretos, ahora propone un acuerdo con plazos concretos.

Y lanzan un comunicado desde la Delegación de Recursos Humanos aclarando que respetarán el derecho de huelga (ahí les ha salido la vena sindicalista) y relatando todas las ventajas que tiene la plantilla (¡qué lujo!) y las propuestas que han hecho (¡de nuevo!) a los sindicatos. Al menos terminan diciendo que a partir del martes «se esforzarán por el restablecimiento de una relación de confianza con las Secciones Sindicales»: ¿dejarán de echar broncas?

Puede ser cosa de personalidades o que a Juan Espadas se le ha agriado el carácter desde que tomó el mando, o quizás sea que ya sólo le queda ponerse en esa actitud constante de defensa ante las críticas. Como gato panza arriba, que me gusta a mí decir. Pero lo que está claro es que si un vecino, una activista o un trabajador consigue reunirse con Espadas y sale más mosqueado que cuando entró, algo está haciendo muy mal.

Pero bienaventurados los que consiguen sentarse con el alcalde, que hay otros que no son nadie para Espadas ni tienen representatividad… porque de la bronca al desprecio hay una fina línea de separación.

 

Que no nos jodan la vida: los accidentes laborales pueden evitarse

Hoy jueves tenemos que volver a guardar un minuto de silencio por la última muerte de un trabajador en accidente laboral.

El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla del 17 de marzo de 2005 aprobó por unanimidad el desarrollo de un minuto de silencio por cada muerte en el trabajo que se produjese en Andalucía. Desde el Grupo Municipal de Izquierda Unida (porque no lo hace el Ayuntamiento, a quien le debería corresponder) hemos reiterado al resto de grupos la importancia de participar en esta acción como fórmula de contribuir a la adopción de medidas que corten de manera definitiva esta vergonzosa e injusta situación que sufren las trabajadoras y trabajadores.

En esta ocasión, se trata de un trabajador de 41 años de edad que falleció ayer tras caer por el hueco de un ascensor del hotel Meliá ubicado de la avenida de la Borbolla de la capital. Con este caso, son ya tres las personas fallecidas en Andalucía en lo poco que llevamos de año.

De nuevo hay que denunciar el incremento de la siniestralidad laboral y la necesidad de redoblar los esfuerzos, a todos los niveles, para hacer frente a una lacra que, lejos de remitir, va a más y lo grave es que ya ni sorprende.

Por eso, como ejemplo, hemos presentado varias enmiendas a los presupuestos municipales para la creación de un programa específico de Salud y Seguridad Laboral, dentro del Servicio de Administración de Empleo, con un presupuesto total de 208.000 euros que contemple la puesta en marcha de estudios y trabajos técnicos, campañas de difusión y la firma de convenios con organizaciones sindicales.

Recientemente también hemos denunciado las condiciones laborales de los trabajadores que realizan la recogida de naranjas en nuestra ciudad. Ya lo dijimos al inicio del mandato: el Ayuntamiento no puede ser un mero espectador, sino que debe tomar partido ante el drama del paro, la precariedad y la siniestralidad laboral. Sin embargo, la realidad es que el gobierno de Espadas está incumpliendo de forma flagrante este compromiso y que llevamos perdido ya más de un año y medio.

Por todo esto, también, convocamos ese minuto de silencio cada vez que se produce una muerte en el trabajo en nuestra tierra. Porque es importante visibilizar este drama, para que se tomen medidas y para seguir señalando a los culpables.

Cuando desde Izquierda Unida denunciamos la injusticia social y laboral que supone la precariedad bajo el lema de ‘Que no nos jodan la vida’, también hablamos de los accidentes laborales. La precariedad es un fenómeno mucho más amplio que la temporalidad en los contratos o los bajos salarios: precariedad también es trabajar en condiciones inseguras, con los medios insuficientes o en condiciones de estrés… situaciones que provocan los accidentes laborales y las muertes.

La precariedad supone la pérdida de derechos laborales que tantos años de luchas costaron conseguir, los recortes en estos derechos y en las plantillas tienen un coste y, a veces, ese coste son las propias vidas.

La culpa no es de las trabajadoras y trabajadores, la culpa no es de los individuos. Existe una causa estructural (aunque intenten ocultarla), una causa estructural que provoca la precariedad en su más amplio sentido.

Una causa estructural que es el propio sistema económico en su búsqueda constante de un mayor beneficio a costa del trabajo. Esto no es nuevo: el Capital extiende todos sus mecanismos para seguir explotando a las trabajadoras y trabajadores, a costa de lo que sea.

Frente a esta explotación, debemos reclamar que este tema se convierta, de una vez, en una prioridad para las administraciones públicas.

Porque hay alternativa. Porque no estamos ante casos individuales, ante diferentes historias aisladas de fracasos personales… estamos ante unos gobiernos que, con sus políticas, ponen en riesgo nuestras vidas.

Estamos ante un sistema donde nos es imposible poner en marcha un proyecto de vida digna, un sistema anti-nosotros. Y ante tanta injusticia, ante tanta precariedad (con hechos concretos como los de un accidente laboral que acaba en la muerte de un trabajador de 41 años) sólo cabe rebelarnos.