A finales de esta semana tendremos una reunión entre los diferentes grupos municipales para abordar la reforma del Reglamento de Participación Ciudadana, que data de 1999.
Izquierda Unida a su paso por el gobierno municipal (2003-2011) convirtió a la ciudad en un referente de participación ciudadana. Se sacaron adelante el reglamento de las Juntas Municipales de Distrito y los Presupuesto Participativos que, como decía antes, colocaron a Sevilla en la vanguardia y, aún hoy en día, se siguen estudiando como ejemplo a seguir.
Después de esto, llegaron los cuatro tristes años del Partido Popular que convirtieron la participación en un simple formulario para sugerencias en una web de un «periódico amigo».
Evidentemente, los tiempos han cambiado desde 1999. Ahora estamos ante una oportunidad histórica para abrir las puertas del Ayuntamiento de par en par y retomar lo mejor de aquellas propuestas de más y mejor democracia que llenaron las plazas de este país hace unos años.
Desde Izquierda Unida lo tenemos claro: tenemos que reformar el Reglamento para incluir más participación, más transparencia y más fomento de la vida asociativa que, a final de cuentas, es el verdadero motor ciudadano.
Hay que enseñar a participar, dar a conocer cómo se puede participar… ¿sabías que recogiendo firmas que supongan el 2% del censo de un distrito se puede presentar una moción en el Pleno del Ayuntamiento? Eso está recogido en el Reglamento del 99… ¿cuántas veces se ha hecho? De ahí la importancia de un Plan de Formación Ciudadana para fomentar la participación, sobre todo empezando por los más pequeños en los centros escolares.
Las audiencias públicas para rendir cuentas no pueden quedar como algo opcional, deberían ser periódicas, obligatorias y que se pudieran celebrar a instancias de la ciudadanía, garantizando de esta forma el derecho a la iniciativa para promover la realización de procesos de participación ciudadana.
Dichos procesos participativos (a iniciativa del propio Ayuntamiento o por solicitud de la gente) deberían poder aplicarse para la elaboración de ordenanzas, planes estratégicos, reglamentos, presupuestos… Dar la voz a la ciudadanía en todo el proceso y no simplemente en el tiempo de exposición pública que ya recoge la Ley.
Regular las consultas populares para que no se tenga que pedir la autorización del Gobierno de la Nación (como ocurre con las consultas que ya recoge la legislación). Para esto hay que hilar fino pues nos chocamos de frente con la Constitución Española (o con su interpretación) que pone por delante los órganos representativos a los procedimientos de participación ciudadana. Ello dificulta reconocer la vinculación, en la actualidad los procesos serán vinculantes o no dependiendo de la voluntad de los representantes.
También es importante dejar claro que la participación va más allá de proponer, incluso de votar y decidir, la evaluación de las políticas públicas también debería estar sujeta a la participación de los vecinos y vecinas.
No podemos caer en una burocratización excesiva, hay que ponerle las cosas fáciles a los vecinos y vecinas garantizando una participación sencilla y comprensible, adaptando los medios y lenguajes para acceder al derecho a participar.
La nuevas tecnologías tienen que jugar un papel importante en un reglamento del siglo XXI, promocionando el ejercicio efectivo del derecho a la participación ciudadana a través de medios telemáticos, teniendo siempre en cuenta que no exista una discriminación tecnológica por la cual los medios habilitados para la participación puedan constituir un factor de exclusión.
Para concluir, la reforma del Reglamento que se inicia ahora, no puede quedarse dentro de la Plaza Nueva: se debe de abrir un proceso para que los vecinos, entidades y agentes sociales aporten su punto de vista. El próximo viernes se celebra la primera reunión de trabajo entre grupos municipales y gobierno local donde abordaremos la primera parte del texto… os seguiré contando 😉