Por unos planes integrales que no sean papel mojado

Vivimos en una ciudad que vuelve a las 70.000 personas desempleadas y donde las estadísticas de los Servicios Sociales (según una respuesta escrita del gobierno dada a IU) es de una media de 3.000 citas en espera y 700 días de demora para las personas que piden algún tipo de ayuda social.

Recientemente solicitamos desde nuestro Grupo Municipal la copia de los diferentes planes integrales aprobados en el Ayuntamiento (Polígono Sur, Torreblanca, Su Eminencia, Vacie, Tres Barrios-Amate y Palmete) dado que no se encuentran en la web del Consistorio.

El último en aprobarse, el de Torreblanca en verano de 2018, pasó por el Pleno como una simple comunicación oficial sin ningún tipo de debate y sin una mínima base presupuestaria. Es un texto que sólo se mueve en el plano de las generalidades y las buenas intenciones y es que el PSOE vuelve a confundir, una vez más, participación ciudadana con información; dado que muchas de las asociaciones que realizaron aportaciones al documento no pudieron dar el visto bueno final.

La falta de compromiso del gobierno de Juan Espadas (PSOE) con los barrios más desfavorecidos de la ciudad quedó nuevamente patente en su proyecto de presupuesto para 2019, donde brillaban por su ausencia las partidas destinadas a combatir la emergencia y exclusión social en las zonas con más necesidades de Sevilla.  

La dotación económica prevista en los planes integrales para hacer frente a los graves problemas de estos territorios vuelve a quedarse en los 144.000 euros. Una cuantía vergonzosa a tenor de la que está cayendo en Sevilla, donde se encuentran siete de los quince barrios más pobres del país.

Entrando al detalle, en el proyecto de presupuesto del PSOE para el 2019 sólo se contemplan 12.900 euros para el Plan Integral de Polígono Norte, 59.000 euros para el de Tres Barrios Amate, 29.000 euros para el de Su Eminencia, 15.500 euros para el de Palmete, 17.500 euros para el del Polígono Sur y 10.500 euros para el de Torreblanca. Con estas cantidades bien poco se puede hacer y es que estas partidas constituyen un insulto a las miles de familias que lo están pasando mal y a todas esas entidades vecinales que creyeron y trabajaron en el Plan Integral de su barrio.

Contrasta la irrisoria cuantía de 144.000 euros que Espadas pretende destinar nuevamente a los planes integrales de los barrios con más desigualdades de la ciudad con los 907.500 euros que, en cambio, ha consignado para la Cumbre Mundial del Turismo que se celebrará en Sevilla del 2 al 4 abril. Una comparativa que evidencia cuáles son las prioridades de este gobierno, y que se puede apreciar de forma gráfica en la siguiente imagen:

Por seguir comparando, para la Feria de Abril del año 2018 el gobierno aumentó en un 25% el gasto destinado a la celebración de recepciones protocolarias en la Caseta Municipal hasta los 62.000€. Este gasto es el equivalente al presupuesto que ese año el Ayuntamiento pretende destinar a los planes integrales del Polígono Sur, Torreblanca y Su Eminencia juntos.

Atendiendo a la última Cuenta General aprobada (la del año 2017), podemos observar que de cada 10 euros destinados a la atención a las personas con más necesidades se han dejado sin gastar 3 euros. Ese 30% parecerá poco pero, para una ciudad que es noticia por tener altos índices de pobreza, es una cifra que debería sonrojar al gobierno.

Si calculamos la ejecución de los Planes Integrales, observamos que sólo se gastó el 42,15% en su conjunto (en los casos del Polígono Sur o del Polígono Norte se ejecutaron cero euros durante el año 2017). Se puede ver el detalle en la siguiente imagen:

Las partidas hasta ahora existentes en el presupuesto para los diferentes planes integrales son de gastos corrientes y ni se contempla presupuesto para personal, ni para inversiones o ayudas.

Si analizamos los documentos aprobados de los diferentes planes integrales, observamos que no tienen presupuestos concretos para las medidas a adoptar y que se limitan a un diagnóstico socioeconómico de los diferentes barrios y a un listado de propuestas de diferentes áreas municipales.

Ante esta situación, en el próximo Pleno presentaremos una moción para que, por una parte, se den a conocer todos los planes integrales aprobados por el Ayuntamiento y se pueda hacer un seguimiento claro y preciso, garantizando un control público de la ejecución de las diferentes actuaciones previstas en los mismos desde la web municipal.

Urge  también realizar una evaluación de los diferentes planes integrales para incluirles un anexo presupuestario donde se contemplen los costes estimados de las diferentes actuaciones, así como las administraciones o áreas municipales competentes y dotarlos de forma anual de partidas de inversiones a los diferentes programas de los planes integrales.

O nos tomamos en serio la lucha contra las desigualdades, planificando y concretando medidas en cada uno de los barrios, contando con la participación del vecindario y garantizando una verdadera evaluación de las políticas públicas… o todo lo que aprobemos en el Pleno será simple papel mojado.

Cuatro años de pinchazos

Uno de las primeras cosas que hizo el actual alcalde del PSOE, Juan Espadas, fue hacerse una foto con el entonces consejero de Fomento de la Junta para anunciar el impulso al Plan Andaluz de la Bicicleta y a la intermodalidad que se daría durante su mandato.

A dos meses de las elecciones, y echando un poco la vista atrás, de todo aquello solo quedó eso: el titular y la foto. La clásica campaña de marketing a la que ya nos tiene acostumbrados Espadas.

En estos cuatro años el PSOE, como previamente hizo el PP, ha vivido de las rentas en materia ciclista que dejó IU cuando estuvimos en el Ayuntamiento de Sevilla. Un mandato que ha pasado sin pena ni gloria y cuyo máximo hito es la redacción de un plan municipal de la bicicleta que queda precioso en el papel, tanto que le acaban de dar un premio la Red de Ciudades en Bicicleta, pero que no llega a hacerse realidad.

La política ciclista de Espadas ha funcionado a base de parches. Del carril mil veces prometido a Valdezorras seguimos sin noticias, el desarrollo de nuevos tramos para conectar la zona norte, la biciestación de San Bernardo, la colocación de ciclocontadores, la prometida aplicación del contrasentido en determinadas calles del centro para garantizar la circulación ciclista en los ejes norte-sur y este-oeste en el centro, la promoción entre colectivos que hacen un uso menor de este medio de transporte sostenible… todo eso está pendiente también.

Por ser justos, se han colocado un puñado de bicicleteros -en muchos casos sin estudiar previamente la ubicación (en zonas de sol, alejados de edificios…)-, unas cuantas conexiones de carriles existentes, y eso sí, se ha abierto una oficina de la bicicleta junto a los jardines de Murillo. O eso vendieron. Porque esa supuesta oficina es en realidad un bar con veladores, mientras el servicio municipal (mezclado con otras tareas como la accesibilidad universal) está en la sede de Urbanismo en la Cartuja.

Y del mantenimiento mejor no hablar. Porque habría que recordar que el carril bici estuvo todo un año sin conservación. Y todo esto mientras Espadas promueve nuevos aparcamientos junto al centro, que solo van a fomentar el uso del vehículo privado. Pero ponerse la medalla de la movilidad sostenible y recoger premios se nos da de lujo.

¿Todo esto qué ha dado como resultado? Que lejos de alcanzar las promesas de aumentar los desplazamientos ciclistas, éstos siguen en descenso. Y es que Sevilla, que en 2006 vivió un boom ciclista, lleva ya demasiado tiempo sufriendo pinchazo tras pinchazo en políticas de fomento de la bici.

Sevilla necesita con urgencia un demarraje, dejar atrás las falsas promesas y los anuncios vacíos y ponerse a aplicar con seriedad un calendario de acciones concretas -algo que no contempla el plan municipal- con las que regresar a la cabeza de la movilidad ciclista y ser esa ciudad sostenible y habitable a la que aspiramos.

¿Qué está pasando con el Plan de la Bicicleta que acaba de recibir un premio? Simple y llanamente, que no se está cumpliendo:

  • No se cumple en las licitaciones que se aprueban. Por ejemplo el Plan contempla un presupuesto en mantenimiento de 1.225.206 euros para los años 2019 y 2020, mientras que el contrato aprobado sólo tiene previsto 563.000 euros.
  • No se cumple en los plazos previstos para las actuaciones ni en los presupuestos de inversiones anuales. En la gráfica de abajo podemos ver la diferencia entre lo previsto y lo finalmente ejecutado de las actuaciones recogidas en el plan para cada año:
  • Tampoco se cumple el plan cuando al alcalde se le ocurre eliminar el carril bici de la Cruz Roja y propone, a la ligera, trasladarlo a la avenida de Miraflores.

En definitiva, lo que Sevilla necesita es un gobierno que no esté dando banzados en materia ciclista y que cumpla con lo que aprueba. Urge recuperar la Oficina Municipal de la Bicicleta con la función de coordinar todas las políticas de fomento de la bicicleta, sin que se dividan las competencias entre Urbanismo o Movilidad y sin que se mezcle con un batiburrillo de asuntos. Urge garantizar el adecuado y efectivo cumplimiento del Plan Director de la Bicicleta aprobado, dotándolo de presupuesto anual y de mecanismos de seguimiento y evaluación. Y urge también participar y exigir el cumplimiento del Plan Andaluz de la Bicicleta, comprometiendo para ello los recursos de personal y financieros necesarios con el objetivo conservar, extender y mejorar la actual red de vías ciclistas, promoviendo su conexión con las redes metropolitanas.

Un ecologismo artificial, como el césped

La lucha contra las desigualdades es, sin duda, uno de los principales retos en nuestra sociedad. El «fin de la pobreza» es el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por la Naciones Unidas: erradicar la pobreza en todas sus formas sigue siendo uno de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad.

Una de cada diez personas en el mundo vive en la pobreza extrema, la mitad de esas personas son niños y niñas. Tampoco a nivel local nos salvamos de estas vergonzosas estadísticas y es que, año tras año, lideramos los rankings de barrios más pobres del país. Barrios de Sevilla con el 60% de paro, con el 20% de la población analfabeta («ciudad inteligente» dicen que queremos ser) o con grandes zonas de infravivienda.

Es el mercado, amigo. El afán de unos pocos por enriquecerse no sólo genera desigualdades, sino también agota los recursos del planeta de forma indiscriminada. El sistema capitalista se basa en la explotación intensiva de las personas pero también del medio natural y sus recursos buscando un crecimiento económico ilimitado.

Más de la mitad de la población mundial reside en ámbitos urbanos y es ahí donde se produce el consumo de recursos más importante y la mayor emisión de gases contaminantes. Por eso no podemos dejar de hacer frente tampoco al cambio climático (que también afecta más a los que menos tienen) desde el ámbito local.

Cuando en el Pleno de septiembre de 2018 el gobierno presentó el “Protocolo de Actuación en episodios de contaminación del aire en la ciudad de Sevilla”, ya dijimos que era muy poco ambicioso. Que los umbrales que se establecían para activar los niveles de aviso o alerta eran demasiado altos y que, mientras que otras ciudades establecían restricciones del tráfico, nosotros íbamos a estar avisando por pantallas de los niveles de partículas contaminantes… y pasó. En este tramo final del invierno con temperaturas primaverales y azahar colgado de todos los naranjos, hemos visto cómo los niveles de contaminación se disparaban en todo el país. Mientras que ciudades mucho más pequeñas que la nuestra, como Gijón, Oviedo o Valladolid, adoptaron medidas de restricción de la circulación y la velocidad de los vehículos para reducir las emisiones de contaminantes a la atmósfera… en Sevilla seguíamos mirándonos el ombligo y desoyendo las recomendaciones de todos los expertos.

Ante este último episodio, el gobierno argumentó que cuando se superan los niveles de partículas en suspensión hay que activar las medidas necesarias «si no se detectan por parte del Ministerio de Medio Ambiente masas de aire africanas”. Pero lo que dice en realidad el Protocolo de Actuación es que en presencia de masas de aire africanas «se podrían reconsiderar» los niveles de preaviso, aviso o alerta. ¿Hacia dónde se reconsidera? Pues obviamente hacia la dirección menos proteccionista.

La forma de abordar esta problemática por el gobierno actual está siendo simplemente la de ponerse la etiqueta ecologista. Presumir y aspirar a ciegas (y con mascarilla) a ser Capital Verde Europea mientras que cualquier municipio de tu entorno te da mil vueltas, presumir de reurbanizaciones sostenibles y que respetan el medio ambiente mientras llenas las calles, plazas y alcorques de césped artificial (de plástico verde, eso sí), presumir de proyectos de drenaje sostenible en la avenida del Greco (donde sigue habiendo más cemento que zonas ajardinadas) mientras te gastas siete veces más en un tanque de tormentas en Kansas City que es la antítesis de la sostenibilidad o la ecoeficiencia.

Frente a la política de etiquetas sin trasfondo a la que tanto nos tiene acostumbrados Juan Espadas y a esa actitud inmovilista para no molestar a las fuerzas reaccionarias de la ciudad y a sus articulistas de salón, defendemos un proyecto vinculado a la idea de una ciudad saludable, cohesionada, accesible, con aire limpio y verde, comprometida con la lucha contra el cambio climático… desde la valentía, sin ambigüedades y sin miedo a lobbies. Y es que es, precisamente eso, en lo que ha fallado el alcalde: en la falta de valentía, en el cúmulo de ambigüedades y en la dinámica de plegarse a quienes no quieren transformar esta ciudad.

¿Puede una ciudad a modo de “aldea gala” acabar con el cambio climático? Obviamente no, estamos ante un reto global. Pero esa no puede ser la excusa para lanzar balones fuera o para abordarlo poniéndonos simplemente la etiqueta verde. Si queremos hacer viable y sostenible el planeta no queda otra que ir a la raíz de los problemas e, igual que en el caso de las desigualdades socioeconómicas, tratarlo como una cuestión transversal: reduciendo el consumo y repartiendo los recursos de forma equilibrada, afrontando este problema también desde la educación y la sensibilización, potenciando un tejido productivo alternativo arraigado al territorio, fomentando las energías renovables, la rehabilitación o la conformación de ciudades cada vez más cohesionadas. Tenemos la responsabilidad de dar soluciones a este reto global también desde lo local; y es que sin planeta no habrá Ayuntamientos, ni de izquierda transformadora ni de derechas.