Finaliza el año y, una vez más, tenemos que lamentar la ausencia de cambios sustanciales en el día a día de una ciudad que no termina de remontar, que sigue funcionando a dos velocidades y que –resulta evidente- necesita más que nunca un giro de 180 grados.
Este fin de año nos recuerda que estamos a pocos meses de concluir el mandato del gobierno local del PSOE, un gobierno que no ha respondido a las expectativas que generó, que no ha sabido o no ha querido dar un carácter ni social ni de izquierdas a sus políticas y que, no cabe duda, va a pasar a la historia de Sevilla sin pena ni gloria.
Si se trata de hacer balance del año, hemos de subrayar que más allá de la mejora de los datos del turismo y esas cifras de pernoctaciones y viajeros que tanto gustan al gobierno, la realidad es que concluye 2018 y Sevilla sigue teniendo los barrios más pobres de España; sigue contando con unas 70.000 personas en paro; sigue soportando una media de dos desahucios al día, mientras hay más de 20.000 pisos vacíos repartidos por toda la ciudad según la propia Emvisesa; sigue arrastrando graves desigualdades y sigue sin resolver sus carencias de movilidad.
En este año que termina se han deteriorado más los servicios públicos del Ayuntamiento, a cuenta de las privatizaciones emprendidas por el gobierno de Juan Espadas y de su conformismo a la hora de cubrir las vacantes. Una situación que ha llevado al conjunto de los trabajadores municipales a plantarse y a secundar varias jornadas de huelga.
Nadie puede cuestionar que el descontento en los barrios ha ido a más en este 2018 fruto del abandono y el maltrato municipal, de la falta de inversiones y del empeoramiento de los servicios sociales. No por casualidad este año se hayab creado varias plataformas vecinales en diferentes distritos y se hayan llevado a cabo inéditas movilizaciones en demanda de unos barrios dignos y con futuro. Un aviso a navegantes que por ahora el alcalde no ha querido escuchar.
La realidad es que en este 2018 se ha constatado definitivamente la falta de modelo de movilidad del PSOE. Al final no ha habido ni BTRs, ni una apuesta decidida y clara por la intermodalidad en el transporte, seguimos sin noticias del famoso Plan y el único proyecto estrella de Espadas, la ampliación del tranvía, ha terminado descarrilando antes de aprobarse, por la falta de diálogo y de consenso con que se ha empeñado en abordarlo desde el minuto uno.
En este 2018 hemos seguido asistiendo al desmantelamiento progresivo de la participación ciudadana en esta ciudad y hemos experimentado también un doloroso retroceso en materia medioambiental. Y es que éste ha sido el año de los arboricidios, de las podas salvajes e indiscriminadas de Espadas. Se ha evidenciado a las claras la insensibilidad del PSOE en este tema, su falta de consideración por el patrimonio verde de esta ciudad y su nulo compromiso con la lucha contra el cambio climático.
En definitiva, 2018 ha sido el año en el que, lamentablemente, se ha consumado definitivamente el giro a la derecha del gobierno de Espadas, algo que se ha manifestado claramente en los distintos pactos que el PSOE ha cerrado con el PP y Ciudadanos en política fiscal y presupuestaria. Unos acuerdos que, como era de esperar, sólo han beneficiado a una minoría de la ciudad y han perjudicado seriamente a la mayoría social.
La Gavidia como símbolo de esa deriva que comentaba. El mandato arrancó con la aprobación en Pleno de una moción de IU dirigida a blindar el uso público y social de la antigua comisaría y 2018 culmina con la aprobación de una recalificación urbanística a la carta para favorecer la venta del edificio al mejor postor. Una privatización en toda regla que ha sido posible gracias a la alianza del PSOE con PP y Ciudadanos. Una muestra más del entreguismo de Espadas a los intereses de las fuerzas conservadoras e inmovilistas de la ciudad. Un ejemplo más que elocuente del empecinamiento del PSOE por seguir construyendo ese modelo de ciudad tipo parque temático, enfocado sólo a los turistas, mientras da la espalda a los vecinos y se desentiende de sus necesidades.
En 2019 esto tiene que empezar a cambiar sí o sí. La necesidad de que las fuerzas de izquierdas nos unamos y seamos capaces de poner en marcha las transformaciones que Sevilla precisa en el plano social y económico, en su sistema productivo, para garantizar un modelo de ciudad inclusivo, sostenible, participativo… que dé respuesta a las demandas básicas de pan, trabajo y techo de la clase trabajadora, que combata desde la raíz los problemas de pobreza, paro, desigualdad. Nosotros, desde luego, tenemos claro que ese es el camino y vamos a seguir dejándonos la piel en ese empeño.