Tribuna publicada en Diario de Sevilla el 27 de junio de 2020
Hace tan solo dos días, Antonio Muñoz, delegado municipal de Hábitat Urbano y mano derecha de Juan Espadas, publicaba un artículo de opinión cuyo objetivo fundamental era justificar la venta de hasta once solares e inmuebles adscritos a la Gerencia de Urbanismo. En el contexto de la actual crisis económica y social, Muñoz defendía la necesidad de aplicar “medicinas extraordinarias para patologías extraordinarias” y se atrevía a calificar esta operación urbanística por la que se va a perder una parte importante de nuestro patrimonio público como “tremendamente innovadora”.
Ayer, un gobierno municipal en minoría, con los votos a favor de PP y Ciudadanos y con el único voto negativo de Adelante Sevilla, aprobó en la Gerencia de Urbanismo el plan ideado por Espadas y Muñoz y por el que el Ayuntamiento de Sevilla calcula que va a recibir 53,4 millones de euros. La cantinela no es nueva. ¿Recuerdan ustedes la Cumbre Mundial del Turismo que, hace poco más de un año, se celebró en Sevilla? Juan Espadas hubo de modificar varias partidas presupuestarias y desviar unos cuantos de millones de euros para hacerse una foto con Obama. El Alcalde aprovechó aquella cita para presentar a lo más granado de la industria hotelera un dossier con lo mejor del patrimonio público de nuestra ciudad. Juan Espadas no tuvo ningún reparo en ofrecer a los magnates hoteleros edificios tan emblemáticos como la antigua comisaría de la Gavidia, la Casa Palacio del Pumarejo, los corralones de la calle Castellar o la Torre de Torneo, desde donde realiza sus emisiones Radiópolis, la radio comunitaria de nuestra ciudad. Hoy el plan de Juan Espadas empieza a consumarse.
Si hay algo que ha quedado patente durante los últimos meses es que aquellas ciudades y territorios con una economía más diversificada han podido resistir mejor a los embates de la actual emergencia sanitaria, económica y social. El mismo Juan Espadas reconocía en una entrevista que era necesario para Sevilla un cambio de modelo productivo “sostenible, verde, digital y con un tejido productivo diversificado con mayor peso para la investigación, la innovación y la industria”. Sin embargo, a la hora de realizar propuestas concretas, nuestro Alcalde solo acertaba a proponer “programas de contratación en prácticas para jóvenes titulados”.
Lo que está claro, tras contrapesar la acción del gobierno municipal con las declaraciones tanto del Alcalde como de su hombre fuerte en Urbanismo, es que Juan Espadas no solo carece de un auténtico modelo de ciudad, sino que, ante los problemas y retos actuales, solo es capaz de proponer recetas del pasado ya fracasadas y altas dosis de propaganda y palabrería. Porque… ¿es posible apostar por un nuevo modelo productivo y, al mismo tiempo, vender lo mejor de nuestro patrimonio público, conformado por edificios como la antigua comisaría de la Gavidia, a la industria hotelera? ¿Es serio acordar con nuestra fuerza política y anunciar públicamente un pulmón verde en el solar de la calle Arrayán y, de golpe y porrazo, plantear su venta? ¿De verdad hace falta construir un nuevo hotel en el entorno de Santa Justa en lugar de, como reclama el vecindario, dedicar esos terrenos a un centro cívico y a la construcción de vivienda pública? ¿Tiene sentido que sigamos poniendo todos los huevos en la cesta del Turismo y convirtiendo suelo público en suelo privado donde edificar más hoteles?
La excusa que el señor Muñoz nos ofrecía en el artículo de anteayer es que esos 53,4 millones que el gobierno municipal espera percibir en esta operación urbanística se destinarán a poner en marcha programas y proyectos de interés social. La realidad, no obstante, es que durante estos últimos años esos proyectos sociales que Juan Espadas nos vende con fruición no se han concretado en poco o en nada y, sin embargo, lo que sí ha quedado patente es la pérdida de patrimonio público, la proliferación descontrolada de pisos turísticos, el aumento de los alquileres, la precariedad laboral, los sueldos bajos, el retroceso de nuestro comercio tradicional y la consolidación de un modelo productivo basado en el monocultivo del turismo. Los datos oficiales que proporciona el propio Ayuntamiento de Sevilla son demoledores: durante los últimos 5 años, pese a que existían recursos económicos suficientes, el gobierno de Juan Espadas ha sido incapaz de ejecutar el 40% de las inversiones previstas. Ahora el señor Muñoz promete que con ese dinero que prevé recibir se podrán realizar numerosos programas de interés social. Pero, con estos antecedentes en la mano, ¿nos lo podremos creer?
Si este gobierno municipal ha aprendido de los errores del pasado y quiere apostar de veras por un nuevo modelo productivo, no tiene a su disposición mejores herramientas que la planificación urbanística y ese suelo público donde asentar sectores económicos que generen valor añadido al tejido social y productivo de nuestra ciudad. Desde Adelante Sevilla no estamos dispuestas a comulgar con ruedas de molino y aceptar, sin posibilidad de enmienda, el plan de enajenaciones y venta de suelo público que nos propone un gobierno municipal que, debería recordar, está en minoría en el Pleno municipal. Porque, lo que el señor Juan Espadas y el señor Antonio Muñoz nos están proponiendo… ¿es innovación o estancamiento? ¿Es medicina necesaria para unos tiempos difíciles o, por el contrario, es un caramelo envenenado que hipoteca el futuro de nuestra ciudad?