Hoy jueves tenemos que volver a guardar un minuto de silencio por la última muerte de un trabajador en accidente laboral.
El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla del 17 de marzo de 2005 aprobó por unanimidad el desarrollo de un minuto de sil
En esta ocasión, se trata de un trabajador de 41 años de edad que falleció ayer tras caer por el hueco de un ascensor del hotel Meliá ubicado de la avenida de la Borbolla de la capital. Con este caso, son ya tres las personas fallecidas en Andalucía en lo poco que llevamos de año.
De nuevo hay que denunciar el incremento de la siniestralidad laboral y la necesidad de redoblar los esfuerzos, a todos los niveles, para hacer frente a una lacra que, lejos de remitir, va a más y lo grave es que ya ni sorprende.
Por eso, como ejemplo, hemos presentado varias enmiendas a los presupuestos municipales para la creación de un programa específico de Salud y Seguridad Laboral, dentro del Servicio de Administración de Empleo, con un presupuesto total de 208.000 euros que contemple la puesta en marcha de estudios y trabajos técnicos, campañas de difusión y la firma de convenios con organizaciones sindicales.
Recientemente también hemos denunciado las condiciones laborales de los trabajadores que realizan la recogida de naranjas en nuestra ciudad. Ya lo dijimos al inicio del mandato: el Ayuntamiento no puede ser un mero espectador, sino que debe tomar partido ante el drama del paro, la precariedad y la siniestralidad laboral. Sin embargo, la realidad es que el gobierno de Espadas está incumpliendo de forma flagrante este compromiso y que llevamos perdido ya más de un año y medio.
Por todo esto, también, convocamos ese minuto de silencio cada vez que se produce una muerte en el trabajo en nuestra tierra. Porque es importante visibilizar este drama, para que se tomen medidas y para seguir señalando a los culpables.
Cuando desde Izquierda Unida denunciamos la injusticia social y laboral que supone la precariedad bajo el lema de ‘Que no nos jodan la vida’, también hablamos de los accidentes laborales. La precariedad es un fenómeno mucho más amplio que la temporalidad en los contratos o los bajos salarios: precariedad también es trabajar en condiciones inseguras, con los medios insuficientes o en condiciones de estrés… situaciones que provocan los accidentes laborales y las muertes.
La precariedad supone la pérdida de derechos laborales que tantos años de luchas costaron conseguir, los recortes en estos derechos y en las plantillas tienen un coste y, a veces, ese coste son las propias vidas.
La culpa no es de las trabajadoras y trabajadores, la culpa no es de los individuos. Existe una causa estructural (aunque intenten ocultarla), una causa estructural que provoca la precariedad en su más amplio sentido.
Una causa estructural que es el propio sistema económico en su búsqueda constante de un mayor beneficio a costa del trabajo. Esto no es nuevo: el Capital extiende todos sus mecanismos para seguir explotando a las trabajadoras y trabajadores, a costa de lo que sea.
Frente a esta explotación, debemos reclamar que este tema se convierta, de una vez, en una prioridad para las administraciones públicas.
Porque hay alternativa. Porque no estamos ante casos individuales, ante diferentes historias aisladas de fracasos personales… estamos ante unos gobiernos que, con sus políticas, ponen en riesgo nuestras vidas.
Estamos ante un sistema donde nos es imposible poner en marcha un proyecto de vida digna, un sistema anti-nosotros. Y ante tanta injusticia, ante tanta precariedad (con hechos concretos como los de un accidente laboral que acaba en la muerte de un trabajador de 41 años) sólo cabe rebelarnos.